03/05/2024

Brasil: Dilma les pincho O ‘globo. Los pobres pudieron más

LAS  DOS CONCEPCIONES ENFRENTADAS - En Brasil, como en todas partes y desde que el mundo es mundo, se enfrentaron dos ideas, dos concepciones, dos filosofías. Por un lado quienes aspiran a una sociedad cada vez más justa. Y por otro lado, quienes piensan solamente en tener cada vez más, en acumular riquezas y poder para su exclusivo disfrute.




     “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que  un rico entre en el Reino de los Cielos” dijo alguna vez Cristo. Ya sabemos como terminó.

     “Sueño que un día los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad” dijo Martin Luther  King. Y también sabemos como terminó.  Y así, tantos otros que lucharon por un mundo mejor y fueron abatidos por los personeros de los poderosos.

     No tan humanista pero filósofo y político pragmático,  Nicolas Maquiavelo (1469/1527) escribió “Los ricos y poderosos jamás dejarán de pensar que el gobernante es un intruso que se inmiscuye en sus negocios y en el disfrute de sus bienes. Comete un serio error el gobierno que crea que cediendo a sus demandas logrará apaciguar su beligerancia”.

     Hoy estas diferencias se resuelven en las urnas. Hace unas décadas la derecha las resolvía mediante golpes, asesinatos y dictaduras. Y lo volverán a hacer, en cuanto las circunstancias lo permitan.


LA DERECHA BRASILEÑA Y SUS JUEGOS SUCIOS

     Entre nosotros siempre se los puso a Lula y Dilma como buenos ejemplos, frente a Nestor y Cristina.  Ello porque en Brasil aquellos no tuvieron un enfrentamiento tan fuerte como en Argentina con los grupos económicos dominantes y sus voceros mediáticos.

     Sin embargo, cuando vieron la posibilidad de “ir por más” los grupos concentrados apostaron a destruir a Lula, Dilma y sus aliados. De golpe, pasaron a ser los filo-marxistas, autoritarios y corruptos.

     Para ello recurrieron a todos los medios. Desde “crear” candidatos “exitosos” a través de sus medios de prensa como de sus encuestadoras o cambiarlos, cuando la verdad se imponía. Así de ensalzar a la oportunista y trepadora Marina Silva, pasaron a vaticinar el seguro triunfo del socialdemócrata  Aecio Neves.

     Cuando las encuestas más serias daban a Dilma un triunfo en la segunda vuelta por unos 6 puntos, la empresa Ibope y otros daban a Neves un 51 % contra un 49 % de la actual presidenta. Pero como sabían que mentían, la revista Veja que tenía que salir el lunes 27 de octubre adelantó al jueves 23 la largada de su tapa en la que aparecían los rostros con cara de “malos” de Lula y Dilma. Esta revista opositora no solo mintió (al día siguiente el abogado del detenido por corrupción en Petrobrás desmintió que su defendido haya acusado a aquellos de saber todo sobre los hechos delictivos, desmentida que no fue publicada por los grandes medios),  violó la veda política e incumplió una orden del Superior Tribunal Electoral que ordenó que la revista fuera sacada de circulación.

     El daño buscado estaba hecho. Dilma bajó de 6 a 3 puntos su ventaja sobre su seguidor. Jugaron todas sus cartas, sus mañas y sus juegos sucios, pero no les fue suficiente. El pueblo pobre del norte y nordeste y seguramente muchos sectores medios que salieron de la pobreza, no se dejaron engañar por las promesas de cambio. Cambio que hubiera sido sin duda, un salto para atrás.


LO QUE TENDRAN QUE REVISAR LULA Y DILMA

     Ambos y toda la dirigencia popular de Brasil tendrán que tener en cuenta muy seriamente las enseñanzas de la historia que comentamos al principio. Deberán evaluar lógicamente la relación de fuerzas con los poderosos, pero tendrán que  avanzar y consolidar la conciencia y organización popular. Frente al poder económico la única posibilidad de triunfar  es con un pueblo movilizado y dispuesto a defender sus derechos y sus conquistas. Podrán seguir guardando las formas, pero la tibieza o la debilidad será siempre una invitación al avance de los poderosos.

     Y una vez más queda demostrado que aquellos que se presentan como “moderados” ideológicamente, como los socialdemócratas o falsos socialistas, terminan jugando para la derecha, de la que dependen económicamente.